Bambi

por Marla Corales

Uno de mis amigos dijo que se parecía a Bambi
cuando le mostré una foto.
Tenía los ojos redondos y negros
y la boca pequeña.
Me pareció un buen nombre en clave. Además,
le venía bien por lo escurridizo.
Bambi desaparecía semanas o incluso meses,
luego se dejaba ver una noche y era muy hermoso
con sus ojos redondos y negros
con sus palabras bajitas cuando me recibía en su cama.
A su lado, yo no dormía por mirar su rostro en la penumbra.
Yo siempre quería un poco más y volvía a buscarlo, pero
Bambi era implacable,
en casi un año lo vi tres veces.
Si yo guardaba silencio Bambi estaba cómodo
con su presencia de fantasía
medio disponible, medio no.
Bambi con el tiempo se fue haciendo chiquito en mi corazón;
a mi también me hizo chiquita
cuando no se interesó por cómo me sentía.
El día que abrí la boca, Bambi dejó de ser muy hermoso
dejó de recibirme en su cama y
terminó de cerrar la puerta que nunca me abrió.
Me hubiese gustado no conocer a Bambi y conocer a P.
que es como Bambi se llama
pero P. solo estaba muy pendiente de sí mismo y no quería conocer a nadie.