por Julieta Novelli
Esa noche, después de tanto tiempo
te escuché pronunciar mi nombre
antes de darme el beso en la mejilla.
No me acordaba de tu voz ni
de mi nombre en tu voz,
la risa a un costado y los ojos:
entrecerraste los ojos y sonreíste
mientras tu voz decía mi nombre
chocaba sobre mí como las olas
en los acantilados por la tarde
un espacio familiar y furioso
se abrió y se cerró durante
los dos segundos que ocupó
mi nombre en tu voz y yo
silencio.