La nueva vida

por Cecilia Biagini

Hoy fué un día diferente. El cuerpo impuso su voluntad de existir. 

Hace días que pienso que si no hago algo por ese túnel, mi canal estrecho que conectaba, que se relacionaba con el exterior cerrará sus puertas por falta de acción. Volver al estado virginal ¿por qué no? Es una opción cerrarse por completo y pasar a otra categoría de género. Pero fue entonces que una pena nubló mi ser interior, no estoy lista para la clausura y decidí poner el cuerpo en acción.. recuperar mi vagina, sacándola de su estado frígido. Sex shop near me escribí en el google. Con 20 dólares me pondré a trabajar para volver a la elasticidad y la práctica del goce, además es un ejercicio que me va a ayudar a no hacerme pis de vieja, eso me dijo la ginecóloga el año pasado cuando me enteré del cerramiento. Al mediodía tenía el tiempo justo para pasar por la ceremonia de capoeira que me había invitado Cristiano, caminar al negocio y volver a encontrarme con mi hija. Cuando entré en Saint Marks donde sé sucedía la ceremonia flasheé . El birimbao el tambor y los cuerpos que eran muchos palmeando arengando intensidad y calor, al centro de ese rito giro de piernas,  patadas precisas brazos veloces armando protección o enérgico ataque, para dar una piña la medialuna se impone, la lucha no sé consuma o se concreta en el mundo invisible, ancestral.  Me irradia una energía tal que siento vigor, calor en las venas. Cuando termina tengo 40 min para caminar desde el Lower East Side al Greenwich Village y volver. Estoy decidida, después de bailar zamba quedé con el cuerpo encendido. Hace tiempo que estaba apagado _ I didn’t know you dance zamba so well me dijo Michelle. _ Me either, le respondí. Así me fuí, florida mandada por un impulso a buscar el primer dildo de mi vida. En el negocio, hay estantes con penes de silicona, arneses, cinturones y más cosas que no vi. Al entrar de inmediato un vendedor sé acerca y me dice que le avise si necesito algo. Le digo que sí inmediatamente que vengo a buscar one of those pero ninguno de esos, uno que encontré en internet por 20 dol, simple, for beginners le digo, y me pregunta, for penetration? Quedo muda,  pienso en el canal que se va cerrando y le digo yes.  Lo busca, lo sigo a los estantes del otro lado, esos vienen de California me dice. Finalmente lo encuentra, viene en una caja cubierto de plástico, lo miro y le pregunto algo al vendedor, cualquier cosa entonces me alcanza uno de prueba lo aprieta un poco y me lo pasa yo hago lo mismo, no sé qué decir, le doy la plata y me lo llevo en la caja dentro de una bolsa de cartón que dice el nombre del lugar, Pleasure Chest. Me intimida aparecer en la escuela de música, ir a buscar a mi hija con esa caja en esa bolsa que parece para bombones, entonces, en el medio de la calle rompo el paquete y me lo guardo en la cartera. De pronto voy caminando por la ciudad con un pene de silicona en la cartera. Lo toco. Me hace acordar a una maderita que en un momento llevaba en el bolsillo y cada tanto la tocaba con los dedos haciendo presión con las yemas. Me estoy cuidando, pensé. Otra vez también tuve un pito, hace muchos años. Me lo habían hecho en el San Martín, las chicas de maquillaje y efectos especiales para el personaje del Corifeo que en la puesta de Ure era hermafrodita. Así caminaba por los pasillos del teatro, con ese bulto entre mis piernas. Que reconfortante tener un pito a mano, le da cuerpo a mi cuerpo. Ahora en casa hay que resolver cosas, ¿dónde lo guardo? Es como mi mascota secreta. ¡Tengo un secreto! Por ahora está en el taller sobre la mesa dentro de un ziplock bag,  una herramienta más entre el martillo y el pincel.