El árbol de mi cocina

por Camila Asborno

podría permanecer aislada del mundo exterior

incluso, durante décadas

si el árbol de mi cocina viviese para siempre.

si eso ocurriera,

no necesitaría encender el televisor,

ni escuchar los pronósticos extendidos,

mucho menos comprender los planisferios.

durante algunos meses, desde mi ventana vería la persistencia de la naturaleza

en desnudarse frente a quienes corren buscando otra cosa.

Si me sentara una tarde de octubre de cara al cielo

mis pupilas estarían aturdidas de tanto violeta combinado con celeste,

las hojas se meterían dentro de mi casa

enredándome por dentro y por fuera.

si comenzara un nuevo año cocinando para mí misma,  

su color amarillo me pediría unos vasos de agua

y me atrevería a regalarle un baile al cielo para conceder su deseo.

En las vísperas de mi cumpleaños la imagen se volvería pequeña

y podría sacarme los brazos buscando su textura,

ansiando un poco de calor vegetal. 

si ese árbol viviese para siempre,

podría finalmente y sobre todo,

arrancar las hojas del calendario.


Con el árbol de mi cocina alcanza.