por Natalia Iscaro
Mi hija está tirada en el piso
y la observo
desde atrás
Ella no me ve
La luz de la ventana le pinta
el pelo de blanco
Lleva su disfraz de Blancanieves
Levanta las piernas
tan blancas y flacas
bailan en el aire
Está comiendo un chupetín
No hace más que eso
Come el chupetín
y tal vez canta una canción
Hasta que viene la perra
Ella la empuja, le dice no
Y luego la abraza
se hunde en su cuello blanco
de pelos enrulados
La perra se tira al lado
Las dos miran el techo
Tal vez la niñez sea esto
Tal vez escribir sea esto
ser la que mira
lo que hacen los otros
con eso que son
Hago pochoclo
y salta el maíz pisingallo
en el microondas
Siempre me asombra
la metamorfosis
del aroma
Mi hijo trae flores
aplastadas en el bolsillo
para mí
lo abrazo fuerte
se libera y se va
a jugar con los soldados
Lavo los platos y pienso
ser madre no tiene pausa
es un continuo.
miro mi reflejo en la ventana
no encuentro mis ojos
deambulo entre las clases de tenis
natación
danza
meto cosas en las mochilas
a la noche me deshago de mí
me quiebro en segundos
me recuerdo niña
y luego ésta, la de ahora
En el medio nada.
como si hubiera pasado
por un desarmadero
Los pensamientos avanzan
como una ola de mar
la espuma en mi nariz
la sal me tapa los oídos
luego se van
me quedo liberada
sola
el vacío es una sombra
que me da miedo
de mí
Noche de pesadillas
la hija menor trepa a la cama
se ubica entre mi marido y yo
mimos, dice, y al rato ronca
las sábanas tibias
donde antes tuvimos sexo
En la ducha escurro lágrimas
lavo bombachas
Se van por la cañería
con los pelos de mis axilas
Me siento embrutecida
por los niños que pelean
y demandan cosas
Soy una caravana
la carne floja
avanzo hacia un lugar,
la brújula mezquina
el suspenso me ahoga
Se acumulan pendientes
algunos días no tacho nada
el aire se tensa
me refriego los ojos
la perra me lame los pies