por Analía Fiorentino
Me escupí la cara y pegándome arena de playa me inventé una barba.
Mi primer barba rasposa
y caminando en contingente
acaricié mi mentón.
Tan dolorosa, enrojecida y varonil.
Los pasos eran largos,
iba rápido
Nunca un taco.
El vozarrón ayudaba.
Iban los pelos creciendo, iban quedando.
Agua oxigenada para las piernas
y en las axilas un mar.
Más tarde las corbatas
chalequitos
nunca maquillaje, apenas rouge pero 20 años después.
El pelo corto, marrón, navajeado, plumetí
barba rasposa
que ganas de volver ahí,
a los campeonatos cerca del mar
con el mentón en alto y acariciándolo,
áspero, seco y viril.