por Marcos Rojas Martín
mi amigo Marcelo empezó a traducir
la letra de una canción de
Pansy Division
mientras esperábamos el bondi
a las seis de la mañana
agitaba mis manos entre medias en medio de la carretera
intentando parar un taxi
-porque la noche me agita también y me encanta
crearme en el escenario de las despensas abiertas
y los barrenderos limpiando las calles
a mangerazos-,
pero éramos demasiados
en busca de uno
y los taxistas decidían
seguir adelante sin frenar
por la calle Constitución
me apoyaba en el hombro de Marcelo
mientras escribía en su teclado
la traducción de «Homo Christmas»:
«fuera de nuestro camino
desnudos en el piso vamos a jugar
déjame que te dé
alimento sexual
lamiendo tetitas
lamiendo huevitos
poniéndonos caramelitos
en nuestros culitos».
la traducción me encantó
y se lo hacía sentir con una sonrisa
mientras la lluvia caía
luego me di cuenta
de que tanta felicidad
celebrando la traducción
daba a entender que íbamos a
ponernos caramelitos
en nuestros culitos
y en su momento no pensé en eso,
pero luego me quedé conformísimo
y pasamos del taxi y del bondi:
caminamos cuarenta minutos
bajo la lluvia
y antes de llegar a casa
paramos por una panadería
en la que compramos cruasanes
calientes y caras sucias
nos comimos las facturas
con los dedos negros de bailar
en la pista, y el almíbar de las medialunas
se entremezclaba con la lluvia que resbalaba
por las puntas de las manos
llegamos a casa con el amanecer nublado
y nos despedimos cantando
mientras nos enjuagábamos
el azúcar pegado,
con los cuerpos desplomados
y los estribillos traducidos
en bucle