El vagón silencioso

por Diana Drake

En el tren de Boston a Nueva York di por casualidad con algo que se llama el “vagón  silencioso”. En el vagón silencioso no se puede hablar en voz muy alta, ni hacer llamadas, ni hacer sonar música —ni siquiera desde los auriculares si es fuerte—. El vagón silencioso es algo que se toma muy en serio en esa zona de New England, y hasta vi a una persona levantarse e indicarle a otra, en el momento en que hacía una llamada telefónica, que “este es el vagón silencioso”. También hubo después de eso un anuncio del conductor, para nada silencioso, con un acento espeso de Boston que hacía hincapié siempre con grandes mayúsculas en la palabra SILENCIOSO explicando en qué consiste, justamente, el vagón silencioso; agregando al final: “si hago este anuncio es para no tener que ir en persona a decírtelo.” Supongo que es un vagón para la gente que tiene que hacer viajes largos y dormir, o para personas que quieren sentarse en silencio. Mirar ese paisaje gris brumoso que se desvanece, los árboles esqueléticos tironeando desde las ramas, ese mar un poco triste azul-verdoso, que me recuerda a los ojos de mi papá y también me hace pensar en Sylvia Plath. Me pareció algo hermoso, lo más parecido a ir a una iglesia que experimenté hace mucho. Como esa vez que fuimos a una iglesia Quaker en Filadelfia a mirar el observatorio de luz de Turrell y sentados en silencio junto a otras personas vimos el cambio de la luz, o como esa pecera que llaman la sala de lectura silenciosa en la biblioteca de Puan.

El último lugar de internet

El otro día le dije a un amigo: creo que twitter es el último lugar de internet. Me dijo que no usa twitter, pero que se imagina que debe ser un lugar horrible. Cuarenta caracteres no son un buen lugar para el debate. Le dije que al menos ahí siento algo de anonimato saludable y lo más importante: no hay gente del trabajo, como en instagram. No siento que funciono bien para una gran audiencia imaginaria y desconocida, siento que en instagram está toda la gente del mundo que alguna vez conocí. Eso me paraliza y de a poco me fui desvaneciendo. Es importante también poder perder contacto con cierta gente. Mi amigo me dijo que siente eso sobre facebook, que tenía de contacto a una chica con la que salió un tiempo cuando vivía en Washington de más joven, que una vez limpiando la casa encontró una carta que ella le había escrito y la busco ahí, que vio ahí como ella se había casado y permanecido en el área, que hicieron planes tentativos para verse en persona pero nunca los concretaron. Luego, mucho más adelante, entró a ver su muro y vio posts del estilo “Hoy Katrina hubiera cumplido 40 años.” Lo más triste fue ver el go fund me para su enfermedad, me dijo. “Esa fue la parte que más me afectó”. Estados Unidos, que país más cruel y horrible, concluimos.