por Ezequiel Palazzo
Lo puedo pensar, lo puedo contar y todo, todo bien.
Está todo bien,
quiero decir, me siento bien.
Pero lo que me está pasando es que extraño
yo extraño mucho.
Me agarra con cosas chicas, no con cosas de sentimientos
o algo así grande.
Son pavadas chiquitas que me hacen sentir eso
Aunque, también, estando acá, así encerrada
pensé mucho en mi mamá, en mi abuela también pensé
Por ejemplo:
ahora tengo la edad que tenía mi mamá cuando yo tenía seis, siete…
Me gustaría preguntarle,
verla primero
y después preguntarle
qué pensaba en esos momentos, no sé
capaz no pensaba tanto como pienso yo
capaz ni se acuerda
Ella era muy muy hermosa, se cuidaba
muy linda, muy linda mujer.
Vos la veías que era una mujer… que vos le decías: pero cuantos años tenes?
No se podía creer.
Yo tengo sus ojos, ojos de gata.
Metela adentro que te la van a robar, le decían.
Porque yo era muy linda de chiquita, también.
Y en el barrio siempre se rumoreaba
que andaba una traffic blanca robando guachines.
Entonces, siempre que salíamos, me agarraba y no me soltaba,
pero no me soltaba para nada y yo que:
Mamá, soltame un poco que me transpira la mano.
Me cambiaba de mano y listo. Dura, la Vivi. Era muy dura.
Se iba a trabajar a la madrugada, trabajaba en hospital, en limpieza.
Y me venía a cuidar Nadia, una chica que vivía al lado de mi casa
Me re acuerdo de esa piba porque fue mucho tiempo que me cuidó,
después terminó con mi tío.
Ella me cuidaba, me cantaba: oye cucu papá se fue… Yerba Brava. Prende la luz… Se acostaba al lado y me cantaba siempre esa.
Por ahí, a veces venía con una amiga y me cuidaban las dos.
Yo era chiquita pero teníamos una relación de amigas,
me contaba cosas, cosas de ella,
y yo la escuchaba.
Bailábamos,
ponía la 96.5 y bailábamos.
Llamábamos y pedíamos temas.
Yo le enseñaba mis pasos.
Ella no bailaba muy bien pero era todo dulzura,
por eso me dio lastima que termine con mi tío.
La otra persona que se me viene a la cabeza es mi abuela,
ella se dedicaba a la prostitución,
y medio que mi mamá me la escondía,
pero siempre de alguna aparecía, de alguna manera.
Yo la quería mucho a la abuela,
porque ella quería lo mejor para mi,
siempre me lo decía, me decía: yo quiero lo mejor para vos
y lo mejor es lo que vos elijas.
Me enseñaba cosas que servían:
a la noche nunca por la vereda siempre por la calle.
A curar el ojeo, me enseñó ella.
Hoy yo, enseguida te saco el ojeo.
Mi abuela, todo.
Extraño eso.
Las fiestas.
Las fiestas las extraño extraño.
Porque las fiestas eran fiestas,
ponían mesas largas, tablones uno al lado de otro,
y ahí todos, compartiendo, mis tíos peleando también pero bueno compartiendo,
después desarmaban las mesas, unos buenos parlantes y a bailar!
Rezaba para que llegue la navidad o el fin de año,
o el cumpleaños de algún viejo,
que ahí también eran juntadas grandes
todos los primos, las primas,
rezaba para que se arme fiesta.
Era una aventura, andar en la calle así libre, era una aventura
La emoción, me acuerdo de estar al frente del espejito, .
un espejito que teníamos en la pieza,
que usaba mi mamá para peinarnos.
Y ella con un peine mojado y que no me ensucie que es ropa nueva y yo,
y yo: qué?
y yo que estaba imparable.
Porque empezaba a entrar la música,
la música que venía de la vereda
y yo me las sabía enteras
y entraba el sonido y yo sentía el hormigueo,
que me subía por las piernas, los brazos, todo
una sensación que me subía por la panza, todo y… a la cabeza!
De esa emoción me acuerdo.
Me latía el corazón de escuchar la música,
asi: pum-pum-pum,
y no podía esperar,
como un: pum pum pum, era
y me le escabullía y me iba,
me iba para afuera,
a meterme adentro,
adentro de la música.
Y ahí ya son todas imágenes desordenadas,
ahí es como si ya todo, no sé
como si ya nada tuviese sentido más que bailar y bailar y bailar
y parar para tomar algún líquido
y seguir y seguir y seguir y estar haciéndome pis y aguantarme
porque atrás de una canción venía otra
porque una vez que se arrancaba ya no se paraba,
porque sí… porque es así,
y a mi me mandaban a dormir hasta que no pudieron mandarme más.
Y Selena?
Siempre estaba con Selena, Selena Quintanilla,
la verdadera cumbia, Selena Quintanilla.
a mi me encantaba ella.
Ya después vinieron las otras cumbias que también,
pero de chiquita chiquita, quería ser Selena Quintanilla, si.
Si, todo eso y tanto más, si…
y lo puedo pensar y contar y todo bien pero es que no sé,
pensá que mi vida está lo suficientemente organizada ahora
como para que todo lo pasado se vuelva así tan presente.
Pero bueno, también era un sufrimiento.
Porque cuando me cortaban así la noche, sufría mucho,
me dejaban por la mitad
de los pelos me sacaban de la calle,
me mandaban adentro
y yo me iba enojada,
frustración era,
frustrada me quedaba adentro.
Pero igual ya acostada yo seguía,
como si fuera la radio,
seguía cantando las canciones que me venían de afuera.