Congreso trans

por Carmín Santos Posca


Fueran autómatas o señores de traje reunidos en los subsuelos de Wall street, siempre venían a perseguirla y tenía que salir corriendo. Saltaba techos con elegancia y casi que flotaba. Lograba perderlos de vista pero siempre volvían. 

Con sus citas sucedía lo mismo y terminaba saliendo con varones, muy a su pesar. Incluso era ella quien muchas veces iba en su búsqueda. A veces tenía que cederles el primer movimiento para que mantengan la ilusión de poder y no se espanten.

Sin ir más lejos, el jueves pasado escuchaba emocionada el debate sobre el cupo laboral trans cuando irrumpió el timbre. El visitante, molesto por la política de las 18 hs, le pidió que cortara la transmisión y pusiera un disco. Se sorprendió al verlo con el pelo mojado, minutos antes de llegar le había pedido bañarse. El le aclaró que la ducha en realidad era para después, para poder volver a su casa. También se había comprado un cepillo de dientes. Pero esto no se lo contó. Ella encontró el envoltorio en el tacho de basura del baño, luego de que se despidieran torpemente chocándose los puños, como jugando al protocolo de la pandemia. Fue entonces cuando entendió porqué después de determinado momento no se besaron ni se tocaron más.