por Tatiana Donoso Matthews
Hay una niña que habla rumano dentro de mi
Que se hunde en la nieve hasta desaparecer
Que se queda a vivir en el subsuelo de Bucarest
Que come yogurt y pepino en el colegio
Que guía a su madre por las calles de una lengua extranjera
Que desaparece bajo la nieve o en habitaciones de hospital blindadas
Que grita su miedo por la ventana en una lengua que nadie entiende
Que ve a su madre a lo lejos llorar junto a los árboles
Que conoce la pérdida y la fractura como gestos cotidianos
Una niña que quiere pertenecer a un lugar
Una niña que olvida el rumano, el chileno
Una niña que ofrece el olvido como deuda
Una niña que aprende español y se camufla
desaparece (no es integración, es nadar)
Ahora una madre que recuerda
Recuerda cuando sostiene por primera vez el cuerpo de su hija
Y en susurros recuerda su lengua olvidada
Y la ofrece como promesa de un vínculo hecho de fluidos
sangre y leche
para regar esta tierra que ahora reclaman
una madre y una hija
cierran el círculo de la palabra y
nombran
Tejen una lengua materna.