Dos paisajes

por Marcos Rojas Martín


“escaparate”



llevo días encerrado

por voluntad propia

y por obligación.

hoy dormí con las ventanas abiertas.

mis ventanas no son cualquiera:

ocupan dos tercios de la pared

y las abrí de par de par.

cuando traigo chongos a casa

las abro y comento orgulloso

cómo mi cuarto parece un teatro:

un teatro de patrones desde fuera

y un teatro de rutina solo y acompañado desde dentro.

hoy dormí con la luz prendida

y las ventanas abiertas al aire.

mi colchón es grande pero el somier no.

me encajé entre los libros y las gafas

y me quedé dormido en chándal

soñando con las conversaciones de desconocidos

que gritaban desde la calle.

no me importaba enfermar con el viento.


“escapada”

me voy corriendo

de donde estoy

para cruzar por un campo

que tiene el terreno marcado

con el polvo que se me mete por el calzado

pienso que estoy solo,
así que empiezo a orinar mientras camino

me doy cuenta por un instante

de que una pareja,

entre una pila de leña cortada,

está al fondo con un perro

que da vueltas

pero que no ladra

y no se fijan en mí

hago el amago

de hacerme visible

mientras me mojo

las deportivas,

pero no hay manera


continúo mi camino


hay un cambio

entre el polvo cubriendo la

fibra de las medias

y el polvo que granula mi piel

en un tono grisácreo


cuando viajaba con mi familia,

me quedaba sin bañar

para no llenarme de arena el cuerpo

perturbado por el sol

ahora me da igual:

tengo mojadas las puntas de las deportivas

con las que camino,

mientras el calor del bochorno las seca

y raspa mis piernas ásperas y su vello