El lápiz que encontré en Rincon Beach

por Eva Mosso

En el lugar más inesperado, encuentro un lápiz.
Estoy en Rincon Beach, Carpintería, California.
Un lápiz en la playa, entre las piedras y los restos de maderitas y algas secas.
Atrás, un condominio de millonarios o más que millonarios que tienen terrazas que dan a Rincon Beach. 
Me pregunto quién puede ser el dueño.
¿Y si es un millonario con una doble vida de poeta? Lo imagino bajando a la playa por las noches con una libretita y este lápiz, usando la linterna del celular para escribir uno o dos versos:

Tengo demasiado dinero,
otros no tienen dinero.
Tengo demasiadas casas,
otros no tienen casa.

Y después, vuelve sigilosamente a su mansión.
Pero pienso que el lápiz se puede haber caído de la mochila de una surfista local, de esas que no quieren tener más que una tabla. Para ella el mar es su campo de batalla y antes de entrar al agua anota un pensamiento:

No tengo dinero,
no tengo miedo,
no tengo casa,
no soy un soldado.

Finalmente, agarro el lápiz y lo guardo en mi bolso.
Recorrió conmigo las autopistas anchas y grises desde las que se ven el mar y el bosque, y otros caminos perdidos junto a los que florecen los almendros y trabajan los hombres.
Crucé con él una frontera y se subió a un avión para volver a casa.
Antes de despegar, escribimos juntos un recuerdo:

A veces el cuerpo se retira
y entonces la energía viene de otro lado,
en un momento se acaba la materia vital
pero queda algo que no tiene nombre:
el hambre bajo la piel del hambre.