Este es un cuento muy bonito y simple

por Ivana Gonzalez


Lunes 12 de Abril de 2021: estoy en Buenos Aires. Aquí los mosquitos, no pican. Acá los mosquitos te follan y cualquier relación corre el riesgo de terminar en un pasacalles gritándole al barrio que no han visto a tiempo el diamante envuelto en jean que eres.


“Julieta
Lamento haberte lastimado, decepcionado con mis errores,
mis miedos y mi pasado..! Ojalá me des la chance de ser
tu presente y formar un futuro juntos…
TE AMO JV”

Julieta, aquí cualquier mosquito puede ser dengue y de cualquier amigo podría enamorarme y el café que tomo no es descafeinado y las almendras no saben a nada. No lo perdones Julieta, ese tipo no suena bien. La leche es leche y Papá pregunta porque no como animales. Papá pregunta porque si plantas, y yo le digo: Papá, a mi me gustan los perros. Papá, ¿vos comerías a tu gato? Papá, yo no tengo una vaca pero trepé la tranquera cuando estuve en el campo y tuve que contarlas quince veces. Algunas se escondían, eran mas bajas, había mas altas, pero todas tenían el mismo color, exacto. Manchas marrón café con leche, pero de leche de almendras que si tienen sabor. Y se movían de a poco, y en principio parecían una gran alfombra en un living en medio de un terremoto filmado en cámara lenta. Pero después de un rato, las menos dormilonas despertaron y empecé a divisar sus figuras, y luego sus caras, y la cadencia de su respiración, el sonido de sus mugidos y algunas eran mas soprano. Algunas se cortaban solas, hacían lo suyo y parecían disfrutar de su propia compañía. Aunque mas tarde, se les unían las amigas y alguna hija y rancheaban juntas. La pasaban tan bien desayunando pasto, y era la octava vez que me perdía en el recuento pero deseaba, deseaba muy profundamente, que de ahora en mas no faltase ninguna. Ya tenía nombre para mis preferidas y la verdad que las verduras ahí sí que eran ricas, y los tomates ahí si que tenían forma de tomates. Y cuando las gallinas se murieron, a mi me dio pena. Y un par de días no hablamos, y anduvimos ofendidas, y eso también me dio pena. Y cuchichear con las ovejas y contarles que las gallinas eran caníbales y asesinas, también me dio pena. No fue mi momento mas alto. Y resulta que además de las dos que picoteaban a la gallina muerta, al siguiente día, apareció un segunda con los ojos cerrados. Y a esa nadie la había tocado. Y me pregunté entonces, si mi presencia las había alterado, o si capaz mi remera roja no era la mejor de mis remeras. O si el estribillo de “Hola Susana te estamos llamando queremos jugar”, no era el que querían escuchar por las mañanas. O si tal vez, si me hubiese dado cuenta a tiempo que las adultas no tenían los mismos gustos musicales que las jóvenes, tal vez, si “Wind of Change” no la cantaba solo con las ovejas, tal vez, si no hubiese habido rastro de sangre en mis feromonas, tal vez, si hubiesen olido un sudor vegetariano, tal vez, no hubiesen pensado en llenarse también de sangre. Como los tiburones, que a veces nadan alrededor de la gente sin hacerles daño. Como a Pedro en México, que solo lo saludaron.

Es verdad Papá. Los animales, también matan, aunque no matan como nosotros. Y también, sienten cosas, pero no sienten como las plantas. Las plantas, no tienen cerebro Pa. Quiero decir, no es que sean tontas, es que no tienen sistema nervioso y no es que crea que vos no sabes la diferencia Pa. Quiero decir, no es que no sepa que lo que te incomoda, es nuestra diferencia Pa. Pero tal vez, a veces se te olvida la diferencia entre las plantas y los animales. O tal vez, lo que te pasa, es que queres olvidarte. Como el día al mes que yo simulo que me olvido que el sushi también es pescado, y los peces si tienen memoria, y se ayudan entre ellos, y conversan con sonidos que nunca escucharemos. Y algunos, son capaces de cambiar de macho a hembra y de
hembra a macho, y en eso también me gustaría que nos parezcamos un poco. Y no preguntes a tu nieta si el peluche es nene o nena. Y no le pongas Marta por sus orejas rosas, porque el living de Fede, es rosa. El living de Fede Pa, es el lugar mas rosa que conozco. El mas rosa en el mundo real. Tan rosa como mi casita de Barbie, donde permitías que G.I. Joe use el color que quiera. Tan rosa como las orejas del cerdito de peluche que bautizaste Marta. Tan rosa como el jamón que le pusiste al sandwich. Tan rosa como los poemas que no querrás que lea a tus nietes y mis sobrines.