por Patricia Huerta
esta mañana me he vuelto a enfadar conmigo
la mediocridad me lastima hasta hacerme pedazos
me siento ridícula por aún conociendo el daño del
no ser perfecta me duele platheniano
que tanto reescribí en mi adolescencia
seguir aferrada a su letalidad
como una tonta que se empeña en merodear
los espacios más que sabidos peligrosos
y de sobra conocidos
claro que ahora
pensándolo mejor
hay algo en lo que soy excepcional:
el robo a pequeña escala
el hurto de cosas pequeñas que me hacen feliz
objetos insignificantes que puedo coleccionar
y perder sin miedo
cada vez lo hago mejor:
robo en grandes librerías, en inmensos almacenes
chinos, estadounidenses, españoles, suecos
libros, objetos de papelería baratos y no tan baratos
bolígrafos de punta finísima, libretitas de papel grueso
carpetas clasificadoras con los colores más vibrantes del mundo
incluso robo en supermercados y herbolarios
a veces espero la cola para pagar cualquier minucia
que me haga pasar desapercibida
que oculte la ladrona excelsa que soy
la victoria que supone la salsa de tomate,
el poemario, las tijeritas de coser, el cuaderno de cosido japonés,
los pendientes de mala bisutería, el marco de madera pobre,
las acuarelas, la pulserita de niña,
los calcetines cosidos por quién sabe quién
bajo qué terribles niveles de explotación
la valeriana, el esmalte de uñas, la cinta para el pelo
la tacita de porcelana, el cojín, el cactus minúsculo
el acondicionador para pelo sin forma, el labial del anuncio,
el sujetador de lencería sin relleno
hay una idea oculta que me sostiene y que me empuja a hacerlo mejor cada día
mi precariedad tiene nombre mi precariedad tiene nombre mi precariedad tiene nombre
todavía me queda mucho por aprender
pero no hay duda que es una actividad en la que tengo talento
mentiría si dijera que eso no me hace sentir orgullosa
y qué hay más reconfortante que sentirse bien con una misma
mi psicoanalista, mi padre,
incluso el dueño riquísimo de las grandes cadenas
que solo sabe soñar con dinero
me felicitarian entusiasmados por mis pequeñas proezas diarias
por mi crecimiento exponencial constante
por la virtud capitalista de ser más y mejor y mucho más que mejor
por mi empeño incansable y mi objetivo claro y firme
pese a quién pese
cueste lo que cueste
con obstinación y alegría Zona de los archivos adjuntos