por Iris Genki
PIENSO LUEGO PIENSO
La mente se llena de cargas, de esas electro físicas que viajan a través del espacio, sin patrones, arbitraria.
Llegan en forma de repaso, como un calendario de situaciones.
Las personas varían al igual que sus problemas, aunque muchas veces no son problemas, sino simples diálogos.
Todo forma un hilo mal amarrado, de birome negra de punta semi gruesa, que me acompaña a toda hora, a todo momento.
No importa lo que esté haciendo, de pronto se aparece.
¿Qué es el silencio?
Un concepto. Eso que el cine me cuenta en variantes de formas, de sentidos; asimilable, incomprendido.
Un lago lleno de renacuajos, el viento en un desierto.
La soledad me acompaña como parloteo, como ideas de las ideas de las ideas.
El vacío fantasmal en un cielo reflejado en el piso, repleto de nubes, quieto.
No hay nada que ahuyente.
La fotografía, inmóvil, como mi tumba, que alberga este cadáver exquisito:
“Estoy muy mal de la panza,
Estoy atravesando el problema de los medicamentos para congelar los óvulos, ayer fui a la farmacia para saber cuánto salen y salí llorando, de mínima son como 70 mil pesos con los descuentos de unos descuentos que me dio mi médica.
Mucho mucho cansancio, cómo ancestral.
Tengo dos días tratando de resolver un montón de boludeces técnicas y no paran de pasarme cosas como «no sirve el cable» y así,
Hoy es un día muy especial porque se cumplen 2 años de q a Hernán lo internaban y le diagnosticaban leucemia, es donde empezó su renacer, hace 2 años, y un poco un renacer para mi, porque fue el puntapié para cambiar mi filosofía de vida, pero justo pasaron algunas cosas con unos clientes que me dieron un poco de angustia del futuro, pero puede ser que esté atravesado por ese recuerdo.
En este momento no puedo ponerle un corte al laburo, estoy todo el tiempo conectada y no se decir hasta acá y tengo una amistad que ya considero tóxica y siento que la estoy por soltar y vuelvo
Ahora mis problemas son el quicktime de los exports.
A veces me siento un poco sola.”
El muerto cobra vida en forma de consejo y su vestido amarra las puntas de un lazo que danza; se escuchan los granos de arena.
En el espejo aparecen mis amigas, me peino, las peino, y vuelve la cruz, que pesa, pesa tanto como los barrotes de oro, esos que arrastramos en el fondo del mar cuando somos sirenas, solo que acá arriba son de bronce, artificiales. La fotografía me muestra una mesa, la familia está comiendo, y yo estoy ahí, sentada, pensando únicamente en la comida.
Es en lo único que quiero pensar, aunque seguramente no sea lo único que pienso.
Nadie habla, nadie quiere, y el tiempo, pegajoso, largo, disociado, aterraba.
Y la felicidad de la comida se tensa con cada bocado, y el recuerdo, se vuelve palabra, problema, problema de los problemas, ideas, chats, conversaciones, el todo y la nada misma.
Como mi pensamiento.