El colapso del mundo cabe en una pantalla

por Federico Salday

Cuando llegue el fin del mundo
voy a tener muchísimo calor
y el corazón achicharrado
como esas babosas que quedan atrapadas
entre los granos de sal.


Niños famélicos
moverán sus huesitos al ritmo
del zumbido filoso
de las abejas que cortan el aire
buscando el polen perdido.

Ya no estamos entre abrazos,
ni iluminados,
ni conectados.
El colapso del mundo cabe en una pantalla.