por Cata Guebel
Mientras mi padre ejecuta cosas enormes con ligereza,
le hace chistes a un embajador
dirige proyectos
yo me enmaraño con eventos minúsculos.
Digo: “hoy no soporto nada”
y me encierro a escuchar un piano insufrible.
Insisto
en imitar las notas con mi voz,
yendo de un lugar a otro sin un fin determinado.
Cuando el resto está enfocado
en cumplir con lo que se espera de ellos
yo sueño
que esta insensatez
solo descolle en mi mocedad.
Imagino despertar un día y notar
que alrededor el mundo está plagado de aldeas con castillos firmes
y que al mirar mi pedazo de tierra
sólo haya flores desperdigadas sin juicio
que el limonero muera y que
mi casa de barro se derrita al sol.