Soy breve en la ciudad

por Laura Seijo

Esquina

– Te robaste un PBI – le dice un pibe a otro, un viernes a las 12 de la noche en Alvarez Thomas y Federico Lacroze. Se ríen.

– Yo no sé lo que es un PBI – le responde.

– Yo no sé de economía – dice el primero.

Pero los dos entendieron el chiste.

Mientras tanto ella le pide al ángel que venga el colectivo. No llegué a decirle que el 63 acababa de pasar, justo antes de que pidiera el deseo.

Por los autos parados en doble fila hay que caminar hasta la mitad de la avenida para ver si viene.

– La mujer biónica tendrías que ser para ver a través de todos los autos. Vos sos jovencita no la conoces, ¿sí la conoces? 

Los ángeles y sus primas le hacen la vida más fácil. Después me explica la frase que hay que decir para que aparezcan las cosas que estás buscando

– Yo soy el ojo visor que todo lo ve, y señalas así en la zona en la que buscás. Tiki, tiki, tiki.

Intento memorizar la frase:

– Yo soy el ojo visor que todo lo ve.

El delineado por fuera de los márgenes de sus ojos oscuros le queda bien y le resalta alguna ascendencia árabe. Al rato vuelve a pedir al ángel y el colectivo viene. Se da vuelta y me sonríe:

– ¿Viste?

Amigos

Paso caminando en el mismo momento que dos amigos salen a la puerta de la casa finalizando una juntada. El invitado se despide:

– Motherfucker la pase de la hostia viejo

Terrazas

Esta tarde suenan todas las terrazas alrededor, los que viven atrás nuestro hacen una videollamada con el profesor de gimnasia de uno de los nenes. La clase es bastante exigente con los ejercicios, un hombre gritándole a unos niños por la pantalla.

Los del otro lado descubrieron hace unos días que pueden verse con la familia del amigo del nene desde las terrazas, subiéndose al tanque de agua. El día que lo descubrieron el padre estaba tan contento como el hijo. Es muy amable con la nena y el nene, tanto que me hace sospechar, como si estuviera fingiendo y en realidad no los conoce o no sabe cómo tratarlos. Pero tal vez es su personalidad así, entusiasta y dulce.

El vecinito tiene la voz muy aguda y frágil, y grita

– ¡Intiiii! – mientras sacude una bandera hecha con un palo y una remera roja. Trato de pensar como él y ese momento debe ser excitante.

Cuando en la otra terraza termina la clase de gimnasia el profesor dice

– ¡Ah! queda un minuto, los dejo para que se saluden

Y los nenes empiezan a decir

– chaau

– chau

– chaaau.

No dicen más palabras que esa.