Cuatro cuentos breves

por Violeta Sticotti

un rato después de cargar las cosas en el auto (el sillón de mimbre, la melamina, los sifones de soda, el antiguo estéreo, los farolitos de colores, la autonomía sensorial, el banco de carpintero, las fotos carnet, el recuerdo del viaje, la sombrilla china, el gesto que amo, los pajaritos bordados en azul, el cielo estrellado, la capucha suelta, la intención de sentarse, el mini componente, la mesita de chapa y la secuencia en cámara rápida)

nos dimos cuenta de que no entrabamos nosotras

…..

sucedió que yo estaba tranquila sentada en mi escritorio
(tranquila es una forma de decir)
hasta que un hombre de pelo gris y pullover imitación irrumpió por la ventana
¡arriba las manos! exclamó
 ¡Esto es esto es esto es un robo moderno!
¡alcen las manos! ¡Canten mi canción! ¡brillen en la oscuridad!
y, preso del mismo entusiasmo con el que ingresó a la habitación, corrió hacia la puerta principal, la abrió (nadie había puesto llave) y se fue andando en su motito a contramano. 
…..

mi abuela decía
que johnny bravo era un pelotudo 
y un shleper 
y que no me duerma con la tele prendida
porque los rayos catódicos
me podían dejar ciega

……

Ratita Orgánica llega a la oficina y anota algo en su cuaderno. Alrededor el resto de los ejecutivos y empresarios y mandatarios e inclusive el gobernador, que pasaba por ahí de casualidad, hablan a los gritos sobre el dinero que gastaron o perdieron o vendieron o amasaron el fin de semana. Ratita Orgánica se angustia porque le gustaría, a ella también, hablar así de dinero. “por eso estoy en ésta oficina” piensa. y vuelve a anotar algo en su cuaderno. ésta vez los ejecutivos se enojan, porque quieren saber qué cosas escribe Ratita Orgánica en su cuaderno, y ella no las quiere contar. Entonces el gobernador, que todavía seguía en la oficina, la agarra por la cola y la arroja por el balcón junto con su cuaderno, que más tarde queman en el centro de la plaza una multitud enfurecida.