Sobre Giordano Bruno

Por María Teresa García Bravo

Ayer pasé por tu casa
Y la habían tirado abajo.
Qué trabajo de albañilería y empeño en demolición.
Hacer un edificio de ahí para arriba
Requiere liquidar una esquina con curvatura, con una panza bien redonda,
precedida por la onda de la reja y la estructura, el diseño del jardín.
Las plantas conectadas unas con otras, encajadas tiernamente en la profunda oscuridad de la tierra que hace nacer los helechos y los cuida y los atesora. Y los humedece.
Ahora mismo, nada de eso existe allí. En Giordano Bruno al 800.
Hay una bicicleta verde agua en el balcón, primero A,
de un edificio económico y moderno. Pero roto en su interior.
Tan atractivas las plantas, las paredes de la casa ocultas por las enredaderas,
las trepadoras, las hiedras, los venenitos.
El techo a dos aguas de tejas rojas y curvadas, las persianas de madera, blancas, descascaradas, siempre cerradas.  Los muebles rotos, oxidados en el porche. Dos sillones y una mesa de metal. El piso de piedra acanalada desde la puerta de entrada en línea recta hasta la vereda, cortando la tierra mojada.
Dejaron una manguera de goma verde y blanca. Quedó un poco enroscada, un círculo de varias vueltas, conectada a la canilla, con un hilo de agua saliéndole por la boca.