Por Gabriela Albuquerque
I.
Me están pidiendo una escritura mecánica, como si la palabra fuese un elástico. Vos crees que eso es
verdad? Yo nunca supe que sería escritora pero un día el dedo de mi mano derecha se allano por el peso de la palabra. Estaba buscando un interlocutor, no una mutación. Hoy entiendo que es la página blanca mi única compañera. Es ella quién me besa antes de dormir. Seremos siempre la página blanca y yo. Las letras si me pueden maldecir, pero nunca me abandonarán.
II.
Una voz me grita:
— Sacá todo de adentro, vaciate. Vomitá todas las hormigas rojas que comiste creyendo que te curarían de la ceguera.
Desde entonces no pude cerrar mis ojos
Entendí que me quieren despierta
Para que no pueda mentir
Para que no tenga excusas
Para que no pueda decir que no estuve acá cuando todo eso empezó
III.
¡Los agujeritos!
Es ahí donde está nuestra mugre
El coqueteo con la violencia, el toque de mi amante y las migas del pan
Acepto que no será el cuerpo mi salvación
Oh, la palabra, siempre la palabra.