La primera carta

por la China Yannuzzi

Gordito, bebito, mi amor:

Te amo tanto que vuelvo al género epistolar por vos. Te escribo una carta sentada al lado tuyo en un avión de regreso a Buenos Aires. También aprovecho esta carta para hacer un relato de este viaje a Catamarca que fue alucinante. Alucinante, me encanta esa palabra nunca la uso pero hace unos días que la repito, alucinante, qué lugar alucinante. 

Pasamos seis días en un pueblo en medio de la montaña que se llama Cóndor Huasi, un lugar fuera del tiempo. La casa donde paramos era de piedra, incluso del lado de adentro también tenía unas rocas gigantes que dejaron al hacer la construcción. Esa casa le perteneció a doña Ramonita: «una doñita mini» dijo Agustín, el chico que nos recibió. Agustín ahora vive arriba de la montaña con su familia: «Algunos creen que es medio extremo el lugar que elegimos para hacernos la casa». nos contó.

Yo pensaba que Ramonita había muerto y que su espíritu estaba en la casa, por eso cada vez que entraba o que tocaba algún objeto que me parecía íntimo de la antigua dueña, pedía perdón y decía gracias. Después nos enteramos que Ramonita estaba en un geríatrico en Rosario, su familia se la llevó porque estaba grande y ahora todos vivían allá. Una tejedora del pueblo que tenía el pelo tan lacio y negro que parecía ingertado, nos contó que Ramonita tenía 35 ahijados, que no tuvieron el valor de enfrentar a la familia para que no se llevaran a la Doñita. 

La casa de piedra fue una de las primeras en el pueblo y Ramonita y su familia manejaban el correo postal, además de tener el único teléfono del lugar ¿Cuántas personas habrán pasado por ahí’

El clima es realmente hermoso, el pelo se me alisa y parece más largo, crece cada día al compás de la cara que se va aflojando, «pareces una india» me decís y yo empiezo a sentir que me mimetizo con el lugar. Leemos los libros que llevamos y los temas inesperadamente se cruzan, qué paja intelectual me decís, pero después te digo que son textos que nos ayudan a hacernos preguntas que de otro modo no nos las haríamos y me decís que sí, que re-

Te veo acariciando cada hoja en detalle y me parece súper sexy , me pongo celosa de las plantas que te llevan toda la atención. Todo es perfecto acá, pero también hay una tensión, «la tierra se resiste a ser comprada» me decís y empiezo a sentir toda esa resistencia, esos miles de kilómetros que vimos alambrados, la camioneta que pasamos en la ruta que llevaba un bosque entero en el baúl. La tierra se resiste a ser comprada, pienso,  los ahijados de Ramonita no pudieron resistir a la invasión de los de allá que se la llevaron. 

Y esta carta de amor también ahora es una carta de dolor, veo la cara de Carla  una de las guía que explica cómo los Incas se apoderaron de las tierras de los diaguitas y los calchaquíes, veo las formas perfectas de la dominación, la siento a Ramonita golpear las ollas del otro lado de la casa, para que no se olviden de ella.

Este viaje hermoso, por este lugar increíble ya no me parece alucinante, la tierra se resiste a ser comprada y nosotros no hacemos nada.